Corría el año 2004 cuando Eki y yo decidimos darnos unas buenas vacaciones. Después de pensar un poco optamos por la idea de viajar a las Canarias y concretamente a Tenerife. La ilusión se multiplicaba según se acercaba el viaje, pero horas antes de irnos nos dijeron que nuestro hotel estaba en overbooking, por lo que nos llevaban a otro hotel. Un pequeño bajón, puesto que habíamos elegido el hotel pensando que era el mejor y ahora no sabíamos a cual ibamos a ir.
Fue la primera vez que monté en avión, una experiencia que no había vivido y a la que tenía pavor. Llegar al sur de la isla y coger un bus para llevarnos al Puerto de la Cruz. Llegamos al hotel a las tantas, así que después de cenar un bocata nos fuimos a la cama, que teníamos una semana para disfrutar de la isla y queríamos estar frescos.
A partir de ahí el relax, el descanso, la sonrisa en la boca y sobre todo la compañía de Eki no desaparecieron en una semana. Excursiones al Teide, a los pueblos, al Loro Parque, a Tenerife Sur... sol, mucha piscina, playa, paseos y buena comida inundaron una semana preciosa e imposible de olvidar.
Por desgracia cuando nos quisimos dar cuenta la semana se nos había terminado, aunque de ser por nosotros hubiéramos estado allí 15 días más a cuerpo de rey. Fue todo perfecto y una experiencia más entre nosotros, que repetimos año a año para tener días en los que solo existamos Eki y yo. Hasta pronto...
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