Hoy estoy algo melancólico. Deben de ser las interminables tardes en el hotel las que me hacen aflorar mis sentimientos más internos. Desde que me cambiaron el horario mi vida ha dado un vuelco mayúsculo y tengo mucho más tiempo para pensar, para estar solo y eso me hace recordar. Y hoy quería recordar. Volver a revivir.
Nos vamos a ir dos veranos atrás. A México, a la península del Yucatán más concretamente. Verano del 2008. Después de ahorrar y compartir sueños con Eki durante mucho tiempo por fin podemos irnos a la Riviera Maya. Lo primero es elegir el hotel, lo cual nos llevó la mayor parte del tiempo, que si este tiene jacuzzy en la habitación, que si este tiene 4 piscinas, 8 restaurantes, buenas o malas críticas... en fin, una odisea, pero una odisea de las que uno disfruta, porque eso también forma parte del viaje. Luego llega el momento hasta el despegue que todo son preparativos y ganas de tener información acerca de nuestro destino, acompañado claro está de los nervios previos al viaje.
Después de un largo vuelo de 8 horas cruzamos el charco rumbo al paraíso. Llegamos muy cansados y con el jet-lag propio del cambio horario y sólo nos dio tiempo a cenar y a enterarnos, todo el mundo nos lo decía, que España había ganado la Eurocopa. El resto del viaje fue un sueño, playa, chiringuitos, snorkel, comida a tutiplén, animación, relax... y ya que conocíamos un nuevo país no podíamos dejar escapar la oportunidad de conocer un poco más su cultura y sus costumbres. Aquí os dejo la foto que Eki y yo nos sacamos en Chichen- Itza, una maravilla de la humanidad que mereció la pena ir a visitarla y conocer su historia y orígenes. De paso, y como mucho gente ha oído últimamente, nos enteramos que los Mayas predijeron el fin del mundo en el 2012. Habrá que disfrutar lo que queda...
Un viaje inolvidable con alguien especial, no se puede pedir más...
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