Ayer teníamos evento deportivo mañanero. Después de ver el día anterior perder al Athletic de manera injusta en Riazor, me levanté el domingo pensando que la machada contra el Caja Laboral era posible. Me autoconvencí de que el Bilbao Basket estaría espoleado por la llegado del nuevo míster, Katsikaris, y por los 12.000 espectadores que abarrotamos el Bizkaia Arena empujando a los hombre de negro para salir de las posiciones de descenso que ahora mismo ocupan.
Cogimos asiento y lo primero que hice fue echar un vistazo a la rueda de calentamiento de los vitorianos. Sin Barac, sin Oleson y sin Eliyahu, baja de última hora. En total Ivanovic contaba con 8 jugadores de garantías para afrontar el derby, si entre ellos contamos al argentino Hërrman, que después de su larga lesión está todavía falto de rodaje. La esperanza de ganar el derby creció, el Caja debería llegar muerto al final del partido si conseguíamos imprimir un fuerte ritmo desde el comienzo.
Aunque es cierto que los primeros minutos dejaron bien a las claras el desarrollo del partido. El Caja Laboral enchufado y enchufando todos los tiros, los bizkainos jugando a rachas, a impulsos y sin un patrón claro de juego. El partido se fue igualando llegado el tercer cuarto e incluso un triple de Mumbrú ponía por delante a los pupilos de Katsikaris, pero todo fue un espejismo. En vez de estar espoleados por la pequeña ventaja, los bilbaínos se vinieron abajo encajando un parcial de 0-10 para terminar el cuarto y así acabar casi con todas las esperanzas de victoria.
El último periodo fue un paseo para los de Ivanovic que en vez de notar la posible fatiga de sus jugadores, los cuales acumulaban más de 30 minutos en el partido, terminaron el partido frescos y lanzando contrataques bien dirigidos por un inconmensurable Marcelinho Huertas (cómo se le echa de menos).
Una derrota dolorosa, otra más, por ser contra el vecino. Ahora a levantarse de nuevo y fijar el objetivo en Fuenlabrada y Manresa, dos partidos que hay que ganar sí o sí. Luego vendrá la Copa contra los vitorianos nuevamente, pero esa revancha ya será otro cantar.
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