Siempre he mantenido que una de mis espinas clavadas ha sido no poder ir a Chicago a ver un partido de los Bulls de la era Jordan. Me pilló quizás demasiado joven y sin el dinero suficiente para costearme algo así, pero seguramente ese hubiera sido el sueño de mi vida. Ahora, pasados los años, nos quedan los recuerdos, y como se ve en esta foto también quedan los homenajes del que fue y será el más grande. Una leyenda, un ídolo, una estrella... Dios disfrazado de jugador de baloncesto, así fue como el gran Larry Bird le calificó. El único: MJ23.
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