Ya se suponía que el día prometía. Disfraz, buen tiempo, sidrería, amigos, alcohol y fiesta. Todo junto forma un cocktail casi imposible de superar y te garantiza el éxito en cuanto a pasarlo bien. El día empezó prontito, con buen tiempo y camino todos a la casa rural de Montefrío.
Allí estaba perdida en el monte, en el punto más alto de todos y todo hacía presagiar que la noche iba a ser fría en esos parajes. Peru nos maquilló a todos y logramos un disfraz de zombie más que convincente. Cogimo camino a Hernani a la sidrería.
Buen comer y buen beber, sidra a raudales, buenos chuletones y gran compañía. Ya con el estómago lleno y con un toque graciosillo cogimos rumbo a Hernani centro. Era pronto y entre varias opciones decidimos la más fácil de todos y peligrosa a su vez; comenzar con el copeteo. Peligro en ciernes...
Por suerte más o menos todos supimos controlar la fiesta y aguantar lo suficiente como para acabar astiados de la misma. Recorrimos multitud de garitos en Hernani y bailamos y cantamos lo bastante como para quedarnos afónicos y derrotados de tanto ajetreo. Así que a una hora prudencial, obvío decir cúando, cogimos carretera de vuelta a la casa rural, no sin antes pasar por el bar que estaba apostado allí para tomar la última, esa copa tan peligrosa y tan mal tomada que hace que recuerdes todas las demás al día siguiente.
Por desgracia no dormí nada bien y a las 9 estaba casi en pie. Ducha y un nuevo destino: Zarautz. Desayunamos en el restaurante de Karlos Arguiñano antes de volver a casa después de un día movido, divertido y lo suficientemente intenso como para dejarnos los cuerpos molidos.
El año que viene, como los años anteriores, repetiremos seguro.
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