Sabes que he pasado unos días algo complicadillos porque anímicamente no me sentía bien. La verdad es que desconozco los motivos reales de todo ello, he intentado descifrar los por qués, pero no he logrado saber más que la cabeza la tenía hecha un lío y la moral un poco baja. Los sentimientos a veces te juegan malas pasadas.
Ekiñe me decía que quizás era porque las Navidades han tocado mi fibra sensible y han revuelto sentimientos y recuerdos. No sé, quizás tenga algo de razón en todo ello, aunque creo que había más trasfondo que solamente eso, aunque sigo sin saber el qué me ha afectado tanto. De todas formas y ahora que voy recuperando la normalidad, he visto la oportunidad ideal para volver a hablar contigo. Hace ya año y tres meses que te fuiste y si bien es cierto que el tiempo cicatriza las heridas, quizás en este caso le está costando más tiempo del que yo mismo quisiera.
Desde aquel 28 de octubre que tu corazón dejó de latir, yo noté en el mío que algo se había muerto para siempre y creo que llevaré eso conmigo para toda la vida. Hoy no quiero apabullarte con todos los recuerdos que se me pasan por la cabeza, ya bastante triste está el tiempo como para hacerlo más oscuro si cabe. Hoy solo quería volver a hablar contigo y preguntarte cómo estás, decirte que sigo pensando mucho en ti y que por suerte siempre que lo hago me sale una sonrisa por todo lo mucho que nos dimos mutuamente. Yo estoy bien, lo cierto es que después de intenso verano-otoño y de una Navidad más triste de lo normal, te puedo decir que a pesar del bache de estos días me encuentro con ganas y energía. Tenemos bonitos proyectos entre manos que seguramente te harían tan feliz a ti como a mi y espero que pueda contártelos pronto.
Te dejo volver a descansar tranquilo, no te olvides nunca que te sigo queriendo y espero que haberte escrito esto me ayude a volver a estar con la chispa de siempre, los que me rodean no se merecen que les amargue con mis tonterías. Un beso enorme abuelo...
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