El inicio de las vacaciones, el inicio de la denominada "Luna de Miel". Teníamos ganas de dejar Portu, la casa, la rutina y la boda atrás y emprender viaje. Primer destino, la isla de Fuerteventura. El plan era claro; relax, hotel, piscina, playa, buffet libre y tumbona. Así de simple, con eso se puede ser feliz. Una semana para despejar la mente, recargar pilas y disfrutar de nosotros, que después de tanto ajetreo, nos lo merecíamos.
En el hotel nos trataron fenomenal y nos dieron una Suite y una sesión de SPA. La isla no tiene mucho ver más allá de las playas de arena blanca, largas y bonitas, que no es poco, porque se disfruta del paisaje y del relax que transmiten. Eso sí, del viento no nos libramos ni un día y la verdad es que llega a ser molesto.
Aún así una semana fantástica en la que tuvimos un reciclado y lavado de cerebro radical que nos preparaba para vivir la segunda parte de las vacaciones; el crucero por las Islas Griegas. Pero eso es otro cantar que ya os contaré próximamente.
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