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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Llegan las Navidades...

Y para algunos será una buena noticia, para otros sin embargo las Navidades son casi más un estorbo que otra cosa y como diría aquel, cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Para mí, personalmente, son fechas que me han ido gustando de manera regresiva. Hace unos cuantos años las Navidades para mí eran la ilusión, pero no del Olentzero, que también, sino la ilusión de volver a tener a mis primos y tíos en casa, a disfrutar de toda la familia a la vez y de reunirnos y hacer las cenas más divertidas que nadie pueda imaginar. La locura se instalaba en casa de la abuela Mari y yo creo que hicimos únicas las Navidades celebradas allí.

Cierto es que eran días mágicos, mucha guasa, muchos regalos, risas, parabienes, pocos enfados, vacaciones y juntarse con todos los prim@s daba la ocasión de pasar dos semanas realmente fantásticas. Los años fueron pasando y el hecho de que mi abuela ya no estuviera con nosotros cambiaba notablemente esas fechas. Es verdad, no era lo mismo. Mira que mi abuela criticaba las fechas, se enfadaba, nos gritaba, pero todo eso quedaba en un segundo plano y le daba cierto aliciente a las Navidades. La vidilla, el picante, ya sabéis.

Luego también es cierto que la vida de todos nosotros cambia, que las familias se ramifican por sus diferentes lados y que hay que dar cavida a nuevos miembros, novi@s e hij@s se van sumando a los de siempre y cada vez se dificulta más el juntarse, el encontrar el sitio adecuado, el encontrar la fecha o el momento que a todos nos venga bien. Además los que antes no lo hacíamos por ser niños, comenzamos a trabajar y eso dificulta aún más moverse, el hecho de tener niños deriva en atarse un poco más al sweety home y todo ello radica en un cambio notable en la manera y los días a celebrar las Navidades. La ilusión se pierde por momentos y se echa en falta a la gente ausente por uno u otro motivo. La magia que durante muchos años pudimos vivir se evapora por momentos.

Para algunos empiezan a ser fechas nostálgicas, para otros aburridas y comprometedoras, para unos cuantos fechas de consumo excesivo... en todo caso es obvio que en nuestra familia la forma de ver y vivir las Navidades ha cambiado notablemente y lo especial que se hacía antes montar el árbol de Navidad se pierde por completo. La noche del Olentzero pierde magia y salir en Nochevieja y tener el fiestón del año deja de ser importante o vital.

De todas formas, y aunque sea pronto para ello, espero que todo el mundo pase unas felices Navidades, y sobre todo, por encima de ellas, que el año 2011 nos traiga buenos momentos y pocas amarguras. Pero esto es otra historia que ya os acabaré contando.

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