Y es que no es ningún secreto que desde siempre he tenido buenas relaciones con los niñ@s. Siempre me ha gustado estar rodeado de ellos y jugar y disfrutar con ellos. Me encantan los niños. Y claro, con mi ahijado no iba a ser menos. Además con lo simpático que es y lo bien que se porta lo único que uno quiere es comerle a besos y disfrutar de él, jugar, hacerle reir, hacer tonterías y recibir el muchísimo cariño que este niño te da cuando tienes la suerte de estar a su lado.
Antes de irnos a Riviera estuvimos un día en Seseña y fue suficiente para que Iker y yo nos sacáramos esta foto en un centro comercial y él me regalara una de sus maravillosas y contagiosas sonrisas. Empezábamos las vacaciones y lo hacíamos con felicidad y buen rollo. Iker nos volvía a regalar vida y buenas sensaciones y nosotros nos aprovechamos para contagiarnos de ello. Un regalo, sin duda alguna.
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