Concluyo hoy mi simposio sobre los Juegos Olímpicos, sé que no he sido muy original estas dos últimas semanas y que además he estado algo más desaparecido que de costumbre. Pero hoy quiero dar carpetazo a lo que ha pasado en Pekín 2008, hoy acaban los Juegos y lo han hecho con la final más esperada de baloncesto; USA- España.
A priori las fuerzas eran desiguales, el antecedente malísimo (119-82 perdieron los españoles) y el partido parecía relativamente cómodo para los americanos. Pero España salío con rabia, con fuerza, con un estilo muy marcada y con ganas de jugarles de tú a tú a los yankees. Y a fe que lo consiguieron.
Ha sido un partido memorable que no lo empaña ni el resultado final, 118-107, hoy la medalla ha quedado en un segundo plano, hoy se ha ganado el honor, el respeto y sobre todo un partido de baloncesto que será difícil verlo de nuevo. Ha sido sin duda alguna, i-rre-pe-ti-ble. Hoy se han echado dos cojones en la cancha y hemos hecho sudar tinta china, nunca mejor dicho, a los estadounidenses. Por fin hemos visto que se han tenido que aplicar al 100%, que han tenido que dejar lo mejor de sí mismos en la cancha y que sobre todo no se han podido chulear de la ÑBA.
Sí, han ganado el oro, importante, pero no como ellos hubieran querido ni habían pensado. Sí, son campeones olímpicos, admirable, pero han tenido el miedo en el cuerpo, han sentido la presión en el cogote y creo que ese 89-91 a falta de 8 minutos del final les ha hecho daño moral... han visto peligrar de veras "su medalla".
Hoy España ha perdido un partido, ha dejado de ganar el oro, pero ha logrado algo mucho más valioso; hacer vibrar a mucha gente, sentir orgullo de un equipo así y haber metido miedo a los yankees, creo que estos todavía no se han quitado el pañal.
P.D. Debería hacer una reseña de los árbitros, pero no quiero ensuciar esta entrada con algo tan asqueroso, es delictivo pitar así una final y espero que estén invitados a la fiesta de USA para celebrar ese oro. Me quedo con el gesto de Navarro a tres segundos del final, tres pasos sin botar el balón en modo de burla hacía ellos, ¡ grande chaval!.