En fin, en desagradable en ocasiones escribir sobre cosas que hacen daño y que minan la moral a uno. Llevaba ya unos días desaparecido porque no he estado con mucho ánimo de escribir nada. El caso es que hace una semana me robaron en mi propio trabajo y gente con la que estoy habitualmente. Una pena.
No quiero entrar a valorar mucho más del asunto, el tema es claro y los 180 euros desaparecidos lo son aún más. En difícil entender que alguien con el que estás trabajando sea tan usurero como para robar a compañeros, pero parece que eso se destila. De todas formas quizás lo más hiriente es la aparente indiferencia por parte de mis jefes. Después de comentar lo ocurrido han pasado ya cinco días y no he tenido ni una sola llamada por parte suya. Creo que su falta de solidaridad ha sido bastante aparente y me duele que después de cinco años la consideración que se tiene para conmigo sea tan escasa. Es la vida y en ella seguimos, esta vez deshojando una amarga capa de cebolla que esperemos quede pronto atrás para volver a contar bonitas y sonrientes historias. Hasta pronto...
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