Es duro, muy duro, más cuando has hecho una Europa League espectacular, con partidos memorables y eliminando a equipos que optaban al título como el que más. Es duro caer cuando encima estás convencido que puedes ganar, convencido que el destino nos debía una desde hace tiempo y que esta generación de jugadores se merecía un título después de una temporada con muchas alegrías para todos.
Es complicado ver que caes habiendo jugado un mal partido, sin ser el equipo de siempre y atenazado por los nervios desde el principio. Los malditos nervios. Es duro perder, pero también es cierto que no es el momento de agachar la cabeza, de venirse abajo por este traspiés, soy de los que piensan que hay que confiar en ellos, que son un equipo joven y en un solo año de trabajo de Bielsa y su grupo los resultados han sido más que meritorios. Dos finales y una nueva cara al equipo, no es poco.
Los llantos de ayer, esos lloros desconsolados en el estadio Nacional de Bucarest no dejan a la duda de la implicación de estos jugadores, de lo que mucho que querían brindar esta victoria a su afición, de su afán por lograr por fin sacar la gabarra y disfrutar de un baño merecido de multitudes. Esos lloros nos hacen implicarnos más con el equipo y en vez de mirar a otro lado hay que concienciarse que queda otro día señalado en el calendario y que aunque se presente como un reto sumamente difícil, vencer al Barcelona en la final de la Copa puede suponer la inyección de moral que todos hoy necesitamos. No hay nadie que no quiera borrar el 9-M, la derrota que ayer supuso ese palo tan grande que hace ver o querer ver a la gente triste.
Y aunque a mí se me caiga una lagrima al recordar todo lo sucedido ayer, al intentar revivir el partido y el cómo debía haber sido, soy el primero que quiere levantar el ánimo, volver a sonreir con mi Athletic y soñar, que por qué no, podemos levantar un título este año e inundar Bizkaia de alegría. No olvidemos lo que este equipo nos ha hecho vibrar este año en partidos como el de Manchester, el de Schalke o el del Sporting de Lisboa en casa, donde alcanzamos un éxtasis de alegría y unos niveles de adrenalina incomparables. Por eso, hoy más que nunca, aupa Athletic, aurrera mutilak!
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