Eso no quiere decir que no me haya ido a disfrutar unos días y poder desintoxicar la mente de la rutina diaria. Sabía hace tiempo que la Semana Santa la pasaría metido en el hotel trabajando así que la semana anterior preparamos Eki y yo una escapadita. Nada ostentoso, nada de lujos y si mucho de ganas de salir de casa.Así que Eki me convenció para ir a Calatayud. A ver, en Calatayud no hay nada reseñable y el viaje tenía un motivo de visita: El Monasterio de Piedra y su parque natural, el cual fue una delicia. Hotelito aceptable en Calatayud, casi 4 horas de viaje y por fin algo de relax lejos de casa. Visita al parque y caminata de dos horas en un paraje extraordinario donde invita a tener la cámara a mano para ir inmortalizando diferentes paisajes y momentos irrepetibles. Luego comida en una terracita al sol y a la tarde sesión de SPA para desestresar la mente, terminando el día en el típico restaurante local donde podemos observar que es más barato cenar en Calatayud que hacerlo en Bilbao.
De nuevo viaje corto, con demasiado coche, pero con el objetivo cumplido de haber recargado pilas con el pensamiento puesto en las próximas vacaciones de junio, donde por fin podremos descansar de verdad. Queda mes y medio y llegará antes de lo que esperamos, seguro.
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