Quizás el escribir estas líneas sirvan para mitigar la presión que sigo teniendo en el pecho. Han pasado dos días y la digestión de la noticia está siendo más pesada de lo que nadie quisiera. Son cosas que sabes que van a pasar, sin embargo, cuando ocurren, nadie las espera y el mazazo es tan grande que altera tanto la cabeza que uno se siente perdido por completo.
Solo quería decirte lo que a todos nos cuesta tanto decir y que luego hemos echado en falta decir; "te quiero". Sí, sé que los últimos años han sido difíciles para todos, sé que has tenido una dependencia total y que tanto el abuelo como el tío han estado contigo las 24 horas para que estuvieras lo mejor posible. Sé que la cabeza no te funcionaba bien y que a veces no te salía ni mi nombre, o no te acordabas lo que habías comido hacía 5 minutos. Pero quiero creer que desde donde estés ahora has vuelto a ser la abuela que siempre he conocido. Me gustaría pensar que todo lo infeliz que fuiste los últimos años por culpa de tu enfermedad, ahora se haya vuelto paz y sosiego. Me gustaría pensar que ahora puedes recordar nuestros nombres, que puedes sonreirnos y puedes moverte sin que nadie esté a tu lado.
No es que quiera borrar los últimos años, tenerte ahí siempre me ha supuesto alegría, aunque se me cayera el alma al suelo cuando te veía llorar o cuando decías que te ibas a morir pronto. Pero ahora prefiero quedarme con todos los momentos buenos que he pasado a tu lado. Como cuando venías con el abuelo a buscarme hasta casa para pasar el finde con vosotros. O como cuando me contabas cuentos en la cama o cantabas mientras me hacía el dormido. O como cuando los sábados por la mañana hacíamos rosquillas o tarta de manzana. O cuando íbamos a Santa Cruz, a Agüera o a Gordón a pasar los tres el fin de semana. Recuerdos que jamás, por mucho que pase el tiempo, podré olvidar ni querré sacar de mi cabeza.
Recuerdo las veces que te he pedido sopitas para comprar unas zapatillas o alguno de mis múltiples caprichos. Tú me dabas el dinero y me decías que no se lo dijera al abuelo. Me dabas todas las semanas para el autobús de la universidad y ahora no sabías lo que era un euro, hazme caso, mejor. Recuerdo como jugábamos a las cartas esos sábados a la tarde antes de preguntarme qué quería para cenar. Recuerdo esas paellas de los domingos cuando comíamos todos juntos o el mimo con el que preparabas las cenas de Navidad con comida para dos regimientos. Me gustaría pensar que todo eso ahora lo puedes recordar y que por fin puedo volver a verte sonreir después de tanto tiempo.
¡ Ah! si ves a la abuela Mari, no te olvides de darle un saludo, dile que también me acuerdo de ella. Ahora podrás estar con ella como tanto te gustaba, disfrutad juntas. El martes cuando te ví tumbada, tranquila, sosegada y "dormida" supe que por fin estarías bien, aunque con ello hayas dejado al abuelo muy solo. Pero de eso no te preocupes, que sabes que nos tiene a nosotros y no le vamos a dejar solo, todavía tiene años para vivir y disfrutar. En fin, que te dejo tranquila, espero que de vez en cuando te acuerdes de nosotros. Descansa en paz, por fin. Te querré siempre...